
Fármacos inteligentes que saben dónde dirigirse; terapias avanzadas que no solo tratan los síntomas sino que ofrecen al organismo las herramientas necesarias para curarse; medicamentos hechos de residuos contaminantes; gemelos digitales capaces de simular cómo cambia un ojo con miopía o presbicia; robots, taxis voladores; nanomoléculas 10.000 veces más finas que un cabello humano para diseñar materiales del futuro… Y no, en los Cines Kinépolis de Ciudad de la Imagen, en Madrid, no se está proyectando ninguna película de ciencia ficción. Los protagonistas en esta nublada mañana de diciembre son los científicos, investigadores y divulgadores —muy aplaudida la intervención de Francis Villatoro sobre agujeros negros y la relación entre gatos naranjas y personas pelirrojas— que charlan durante ocho minutos en el escenario de la Sala Aena de Ciencia y Tecnología para tratar de inspirar a los 1.000 estudiantes —de 4º de ESO a 2º de Bachillerato— que llenan las butacas.
WONNOW: unos premios que ayudan a cerrar la brecha de género en STEM
“No vales para esto porque no tienes el gen de la visión espacial”, le dijo a Marina Boyero su profesor de dibujo técnico en Bachillerato. “Pero no es culpa tuya, porque eso es algo que solo tienen los hombres”, remató. Varios años, un doble grado en Ingeniería informática y Administración de empresas (ADE) y un máster en Inteligencia Artificial Aplicada (que está cursando) después —todo en la Universidad Carlos III de Madrid—, Boyero, aún supuestamente sin visión espacial, es data scientist AI services en CaixaBank Tech. Le abrió la puerta conseguir, en su último año de carrera, uno de los Premios WONNOW en la edición de 2021. Estos galardones los conceden anualmente CaixaBank y Microsoft Ibérica con el objetivo de encontrar, apoyar y mentorizar a alumnas de grados de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, “para fomentar la igualdad y premiar la excelencia académica, profesional, personal y social de las mujeres en el ámbito STEM”.
Recuerdan que, en España, solo el 16% de los profesionales en STEM son mujeres. Y exhortan a cambiar los porcentajes. Por lo pronto, la experiencia en WONNOW permitió a Boyero participar en proyectos relacionados con ciberseguridad y, especialmente, con la ciencia de datos. Posteriormente se incorporó a CaixaBank Tech, donde trabaja en proyectos de IA “enfocados en generar impacto y valor para el banco pero, sobre todo, para la sociedad”, especifica, dentro de un equipo multidisciplinar. Confiesa que, en el momento, la crítica de aquel profesor de secundaria le llevó a replantearse quién era y de lo que era capaz. Ya no. “Evidentemente las mujeres no tenemos limitaciones de ningún tipo; hace falta que nos animemos y que contemos con los apoyos para quedarnos”, defiende.
Una cardióloga entre la atención y la investigación
“Necesitamos profesionales que trabajen en la frontera entre las necesidades del paciente y las soluciones que ofrece la ciencia”, reivindica la cardióloga Raquel Yotti, comisionada del PERTE (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica) para la Salud de Vanguardia. Se refiere a médicos científicos e investigadores, como ella misma empezó a ser a partir de 2001. Atrás quedó la visión “tremendamente lineal y rígida” de su profesión cuando se licenció en Medicina, allá por 1997. “En el caso de la cardiología, todo giraba en torno a la súper especialización”, recuerda.
Ella centró su línea de investigación en el desarrollo y aplicación de nuevas herramientas de imagen cardíaca, y su integración con información hemodinámica y biomarcadores para mejorar el diagnóstico de las enfermedades del corazón. Para entender bien la mecánica necesitaba matemáticas o dinámica de fluidos, y para ello debía apoyarse en otros especialistas. Poner el foco en sus pacientes la llevó al siguiente giro de una carrera, que ya era de todo menos lineal: “Tenía pacientes con cardiopatías de base genética, asociadas a un riesgo de muerte súbita”. Para atenderlos mejor comenzó a trabajar con expertos en genética, biotecnólogos, bioinformáticos. “Hay que ampliar el marco, disciplinar y geográfico”, acota refiriéndose a que los científicos viajan mucho y están en contacto con grupos de investigación de otras partes del mundo. “En Harvard trabajé en el departamento de genética, no de cardiología”, señala. Dirigió el Instituto Español de Salud Carlos III durante la pandemia, y dice que «la multidisciplinariedad fue clave para que España hiciera el estudio poblacional de la prevalencia de la Covid-19 más grande del mundo».