
Todos hemos sospechado alguna vez, por ciertas señales, que una situación iba a terminar mal. Así lo ilustra la expresión popular “estar más mosqueado que un pavo en Navidad”, dicho de orígenes inciertos, pero tan elocuente que hace inevitable una sonrisa. En el caso de los pavos, no puede decirse que les pille por sorpresa, pues el destino de miles de estas aves es, desde hace siglos, servir de plato principal en muchas mesas navideñas. Tras su temprana llegada a Europa desde América de la mano del propio Cristóbal Colón, junto a otros alimentos que modificarían para siempre la dieta del Viejo Continente, como el pimiento o el maíz, el pavo se convirtió en tiempo récord en un indispensable de las mesas aristocráticas del Renacimiento y en un elemento omnipresente en bodegones y escenas de banquete.