
Es un hombre de fe. Y se resiste a pensar que se inmoló gratuitamente. Oriol Junqueras cree que, si se sacrificó yendo a prisión, ha de haber una humana y justa contrapartida, un gesto de afecto que colmaría de sentido su existencia: obtener el voto agradecido de los catalanes para ser presidente de la Generalitat.