Si hubo una industria especialmente pendiente del resultado electoral en Estados Unidos, esa fue la de las prisiones privadas. Los efectos económicos de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca serán generalizados, pero en el caso de este sector, que vive de los contratos públicos para acoger los excedentes de población carcelaria, y espera con ansía convertirse en punto de detención de los millones de inmigrantes indocumentados que Trump ha prometido deportar, la diferencia entre un triunfo demócrata y uno republicano era algo similar a la distancia entre sobrevivir con dificultades y abrazarse a la abundancia.