
La primera misa solemne en la catedral de Notre Dame en más de cinco años se celebrará el 8 de diciembre. Con ello se reanudará el culto tras el fatídico incendio sufrido en abril de 2019. Notre Dame de París es todo un símbolo cultural y religioso para Occidente. Su arquitectura, su leyenda y todo cuanto representa la convierten en un icono de nuestra historia. Pero lo que probablemente sea menos conocido es la trascendental importancia que tuvo para la música este lugar privilegiado a orillas del Sena. La llamada Escuela de Notre Dame resulta fundamental para entender la historia de la música occidental. Y lo es porque fue allí, precisamente, en el siglo XII, donde nació lo que pasaría a ser la principal característica de nuestra música: la polifonía, la composición a varias voces de una pieza musical. De hecho, podríamos decir que los cuartetos de cuerda de Shostakóvich, la Novena sinfonía de Beethoven, el Requiem de Mozart o las cantatas de Bach no existirían si antes no hubieran surgido allí, en Notre Dame de París, en aquellos oscuros —o luminosos— años de la Edad Media, maestros como Leonín o Perotín, que por primera vez en la historia concibieron música escrita a dos, tres y cuatro voces, dando lugar al nacimiento de la polifonía.