“¿Ves? Son solo la mitad de las notas”, le explica Álvaro Urbano a este periodista tras entregarle un pececillo de aluminio e indicarle cómo manipular la cajita de música que lleva dentro. “Para que suene la melodía entera se necesita a otra persona que toque el pez que contiene las notas restantes, pero que se sincronicen es muy complicado”. Se refiere a Ay, mi pescadito, la canción con la que Spencer Tracy consolaba al niño náufrago de Capitanes intrépidos (“¡Ay, mi pescadito, deja de llorar! ¡Ay, mi pescadito, no llores más!”). A él se la cantaba su abuela y de ahí ha germinado Ensamble lunar para mares en alza, su primera exposición conjunta con su marido, el también artista Petrit Halilaj, que se podrá ver hasta el 12 de enero en el MACBA de Barcelona.