
El escritor nicaragüense Sergio Ramírez ha aceptado este miércoles el doctorado en honoris causa que le ha entregado la Universidad de Guadalajara, en México, con una reivindicación de los escritores que han debido marchar al exilio por la persecución de tiranías y dictaduras. Aquel niño nacido en Masatepe, un pequeño pueblo del país centroamericano, que a los seis años escribía historias con tiza sobre el piso de la tienda de sus padres, forma parte de la lista de creadores que han debido lanzarse allende los mares para escapar de la cárcel, la persecución y el silencio de los tiranos. “El poder rastrero pone precio a la cabeza de los escritores”, ha afirmado en un conmovedor discurso en el que ha dicho, sin embargo, que “nadie me puede exiliar de mi lengua”.