
Carlos Mazón puede sentirse cómodo entre los empresarios de obra pública, como vimos el pasado martes en la entrega de los premio Fopa, pero la ovación que recibió no debería llamarle a engaño. Le ayudaría más reflexionar sobre el incidente que protagonizó en la Universidad de Alicante, durante la toma de posesión de Amparo Navarro. Nada expone mejor el nivel al que ha llegado su credibilidad que las risas de los asistentes cuando presumió de haber puesto fin al conflicto de Medicina entre las universidades alicantinas. ¿Qué pasa por la cabeza de un presidente de la Generalitat para subestimar a un auditorio universitario de esta manera? No he logrado encontrar una respuesta satisfactoria para esta inquietante pregunta.