De entre las cuatro paredes de un antiguo teatro en el barrio barcelonés de Gràcia no sale ninguna hamburguesa, pero es la madre de todas las cocinas de Vicio. En este espacio, reconvertido en oficinas y presidido por una gran uve roja flanqueada por toboganes, Aleix Puig y Oriol de Pablo, junto a un equipo de unas 80 personas, cuecen la marca que fundaron en 2020 y que busca ser grande más allá del modelo con el que nacieron.